lunes, 24 de noviembre de 2008



hasta que punto vamos a llegar
con esta moda ridícula?

Ya el campo estará verde, debe ser Primavera,cruza por mi mirada un tren interminable,el barrio donde habito no es ninguna pradera,desolado paisaje de antenas y de cables.Vivo en el númeor siete, calle Melancolía.Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvíay en la escalera me siento a silbar mi melodía.


Después de todo, ¿qué es la moda? Desde el punto de vista artístico una forma de fealdad tan intolerable que nos vemos obligados a cambiarla cada seis meses. Es la pugna entre el instinto natural de vestirse y el instinto natural de desnudarse.
La moda es la manada; lo interesante es hacer lo que a uno le de la gana. Su autoridad es tal, que nos obliga a ser ridículos para no parecerlo.

Los últimos títeres de sombra de la edad de la subestimación.

El respeto es aceptar y comprender tal y como son los demás, aceptar y comprender su forma de pensar aunque no sea igual que la nuestra, aunque según nosotros esta equivocado, pero quien puede asegurarlo por que para nosotros; esta bien los que están de acuerdo con nosotros, sino lo están; creemos que ellos están mal, en su forma de pensar, pero quien asegura que nosotros somos los portadores de la verdad, hay que aprender a Respetar y aceptar la forma de ser y pensar de los demás.
Pero no solo a las personas se les debe el respeto más profundo sino todo aquello que nos rodea, a las plantas y animales, a la pequeña hormiga y la gran ballena, a los rios, lagos y mares. Todo como parte de la creación se lo merece.
Es aceptar y comprender al humilde y al engreído, al pobre y al rico, al sabio y al ignorante, es por pequeña o grande que sea, física, moral o intelectualmente situarla en el mismo lugar de comprensión y comprender su forma de ser pues se comprende que ese ser humano se merece toda tu atención, no importando su condición.
Si ahora hizo mal o esta mal, respétala y trata de enseñarle el camino recto, nunca queriendo imponerlo, solo enséñale el camino e invítalo a recorrerlo, pero siempre, respetando su decisión de recorrerlo o no.

El ser discreto, es una noble cualidad y el arte de saber guardar un secreto, de no hacer preguntas ni averiguaciones inoportunas, de no forzar la intimidad espiritual ni física de su prójimo allegado.
El discreto, no impone su presencia molesta e inoportuna en la vida de las demás personas. El ser discreto, es cultivar la tabla de los valores éticos y morales, es ser sensato para formar juicio y fundado tacto para hablar, actuar y emitir opiniones sobre los otros seres.
En este mundo globalizado, es donde se aprecia más la discreción certera. La mala, errónea, equivocada, o malintencionada comunicación, por cualquiera de los veloces medios de propagación, es falta de discreción. Es prioritario ser dueño de la verdadera verdad, para hacerla circular alrededor de la Tierra.
La falsedad de la información, en todos los ámbitos, es maldad, es la destrucción del gran valor que es la discreción.

Cuando crezcas, descubrirás que ya defendiste mentiras, te engañaste a ti mismo o sufriste por tonterías. Si eres un buen guerrero, no te culparás por ello, pero tampoco dejarás que tus errores se repitan.